domingo, 10 de octubre de 2010

Auto terapia efectiva


Desde que la conocí me llamó la atención su rostro firme, tosco, serio, seco. Tenía una cara de dolor, casi de súplica y de susto, que muy contadas veces dejó escapar una sonrisa o una mirada a pesar de mis intentos de meterle conversa.

Esa cara yo ya la había visto en decenas de mujeres migrantes que por cosas de la vida me tocó entrevistar y como era de esperar, detrás de esas caras se apretujaban siempre cientos de historias de dolor y sufrimiento.

Ese día llegó particularmente triste, su semblante mostraba un dolor profundo, pero como siempre, hacía las labores domésticas ensimismada, con la sincronía y rutina de un robot, hasta que no pudo más y me dijo: Don Guillermo, es que vieras qué mal me siento.

Y como quien destapa una olla de presión, doña Marita explotó en llanto contando que el Sábado "Santo" anterior llegó a visitarla un hermano suyo y que para su asombro intentó abusar de ella y la forcejeó y la violentó sin importarle nada, ni que su niña estaba también ahí con ella. Para su suerte llegó su marido y su hermano salió de la casa. Cuando por fin pudo contarle a su marido, este se puso furioso y casi la mata en regaños por no haberle dicho nada, pero ella temía que él, cegado por la ira fuera a matar a su hermano.

Desde ese día vieras que me siento muy mal, no tengo ganas de levantarme y solo quiero llorar y no sé qué hacer. Recordando viejos tiempos de mi anterior trabajo, la escuché y la apoyé dentro de mis posibilidades. Como en tantos otros casos, la orienté sobre opciones a las que ella podría acudir y hasta le hice una nota de referencia solicitando que le brindaran apoyo en una fundación especializada en el tema. Ella tenía temor de buscar ayuda porque no tenía sus papeles en regla, pero le expliqué que en este lugar eso no tenía ninguna importancia y la iban a ayudar.

Quince días después llegó de nuevo. Siempre con rostro firme, tosco, serio y seco, pero menos triste que la vez anterior. Igual hacía las cosas mecánicamente, ensimismada y sin decir palabra alguna. Aprovechando que yo iba de salida le pregunté que cómo le había ido con la cita en la fundación que le había recomendado.

Fíjese don Guillermo que no fui porque se me complicó, pero vieras que me siento muy bien. Decidí ir a la iglesia donde va mi hermano y hablé con el pastor de él y le conté todo lo que había pasado y le advertí que mi hermano era un farsante. Después me fui donde la esposa de él y le conté todo lo que había pasado y me fui donde las hijas de él y también les conté todo; y vieras que cuando hice eso ya me sentí bien, entonces no fui ahí donde usted me dijo.

Y ese día fue cuando doña Marita, en menos de cinco minutos, sin haber llevado cursos y seminarios en la U, me enseñó lo que ahora yo llamo "auto terapia efectiva", milenariamente aplicada con éxito por los cientos de miles de pobres, que partiendo de su sentido común, hacen uso de lo que tienen a mano para resolver sus tristezas, pues no tienen acceso a las sofisticadas y elaboradas terapias que los especialistas consideramos más adecuadas y oportunas.
Hay varios caminos para llegar a Roma. Los pobres generalmente construyen unos más cortos, sencillos, baratos y efectivísimos.

1 Comments:

At 7:43 p.m., Blogger Gatillo CR said...

por casualidades patrióticas empecé a leer su blog, y ahora no puedo parar... pero este post en especifico me movió el piso!
Que forma tan esplendida de traerse abajo cualquier corriente psicológica.

 

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