El muerto vivo
Cuenta mi madre que en aquellos años no había teléfonos en las casas y los televisores casi que ni se conocían. La gente se enteraba de todo por la radio. Si ella estaba soltera y joven sería entonces por ahí del año 1960, un tanto más un tanto menos.
Lo cierto es que cuenta que por la radio anunciaron la muerte de un fulano, conocido de la familia, que vivía en Curridabat. Mi abuela entonces le dio la orden a mi madre y a otro hijo de que fueran a la vela en representación de la familia.
Mi madre y su hermano emprendieron entonces el viaje en autobús. Cuando iban en camino, para su sorpresa se subió al bus el difunto, quien se sentó unos campos adelante. Ella y su hermano comentaron entre sí y con asombro que el señor se parecía demasiado al muerto que próximamente velarían.
Para su sorpresa, el "muerto vivo" se bajó en la parada que correspondía y ellos no encontraron la forma de bajarse, por lo que prosiguieron y se bajaron en la siguiente. Caminaron hasta la casa de los dolientes, tocaron la puerta y para su asombro fue el mero difunto quien les abrió.
Hola como están, qué sorpresa verlos -les dijo el difunto- Hola, dijeron ellos. ¿Y qué los trae por acá?, preguntó el difunto. Y entonces cuenta mi madre que no sabían cómo explicar el motivo de su visita, hasta que con palabras entrecortadas lograron decir que venían a una vela porque supuestamente él se había muerto según lo anunciaron en la radio.
Una vez aclarada la confusión, cuenta mi madre que el señor quedó profundamente agradecido de saber que ellos fueron a su vela. Y así emprendieron el viaje de regreso a Desamparados, con la noticia de que el difunto estaba vivo.
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