El ánimo
Hay gente, momentos y lugares tan apacibles y tranquilos que nos mantienen el ánimo encendido; pero hay gente, momentos y lugares que son como tempestades que amenazan con apagar nuestro ánimo de un sopetón.
Y cuando el ánimo se apaga, señoras y señores, cuando el ánimo se apaga… qué difícil es seguir.
Por eso al ánimo hay que cuidarlo y protegerlo, ponerlo dentro de una lamparita y llevarlo con cuidado, pero si aún así se apaga, hay que hacer lo que se pueda para encenderlo de nuevo y por supuesto, hay que moverse cuanto antes a donde haya gente, momentos y lugares apacibles.
¡Pero por nada del mundo hay que aceptar caminar por la vida con el ánimo apagado!
3 Comments:
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
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Me recordó esto de Eduardo Galeano...yo deseo mucha luz en tu vida, y si en algún momento todo se apaga, que tengás los ojos bien despejados y atento el asombro para que podás ver cómo las estrellas brillan más cuando todo está oscuro...
Ciertamente, cuando el ánimo se apaga lo demás no importa. Aunque haya luz, no se ve el futuro, la esperanza, la belleza... nada.
No se lo deseo a nadie, por eso es muy sabio tu consejo: evitar que se apague.
Para eso, no hay mejor antídoto que la gente que escucha y abraza.
TQM Memo... gracias
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