lunes, 29 de octubre de 2012

La luna gorda


Otra vez la luna se engordó. Esperó a que el sol se escondiera detrás de las montañas de Talamanca y se asomó tímidamente por el horizonte del mar.

Cuando vio todo tan hermoso, se puso dos argollas en las orejas, se pintó la cara, se encrespó las pestañas, se amarró un pañuelo en la cabeza y se asomó entera para verse en el espejo del Caribe, que ante su belleza quedó mudo y plateado.

La selva negra y espesa en silencio la saludó y las ranas y grillos al unísono le dieron la bienvenida.

La luna gorda emprendió su camino y comenzó a subir a las alturas del cielo, cubriendo todo con un apacible manto de luz blanca que se esparció por toda la playa.