La luna gorda
Otra vez la luna se engordó. Esperó a que el sol se escondiera detrás de las
montañas de Talamanca y se asomó tímidamente por el horizonte del mar.
Cuando vio todo tan hermoso, se puso dos argollas en las
orejas, se pintó la cara, se encrespó las pestañas, se amarró un pañuelo en la
cabeza y se asomó entera para verse en el espejo del Caribe, que ante su
belleza quedó mudo y plateado.
La selva negra y espesa en silencio la saludó y las
ranas y grillos al unísono le dieron la bienvenida.
La luna gorda emprendió su camino y comenzó a subir a
las alturas del cielo, cubriendo todo con un apacible manto de luz blanca que se
esparció por toda la playa.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home