domingo, 17 de septiembre de 2006

Apremiante


Tenía los ojos más azules que jamás haya visto. Era joven, delgada y con la piel muy blanca. Con todas las palabras que tuvo a su alcance, los movimientos de sus manos y las miradas profundas de sus dos ojazos intentaba explicarme con lujo de detalle por qué no podía más con sus dos hijos, un niño y una niña en edades escolares.

Era una de las tantas madres que me correspondía entrevistar como parte de mi trabajo de realizar estudios para valorar el ingreso de niños en riesgo a un albergue temporal.

"Necesito que los internen a los dos en este albergue porque sino yo no sé que va a pasar" me advertía con insistencia y con mucha ansiedad. "Yo ya no puedo más con ellos" me decía. Siguiendo mi protocolo indagué la situación de cada niño, conversé con ella sobre la historia de su vida, y como era de esperar se trataba de una mujer más de las tantas que entrevistaba, que no vivía su vida sino que le sucedía. Era como tantas otras mujeres que les sucedió la vida que llevaban sin poder decir nada, sin poder hacer nada; y en este suceder se hicieron madres sin que nadie les dijera cómo.

Aún así, la situación aún no era tan grave, al menos para mí y para los parámetros que establece la ley en cuanto al internamiento de niños en un albergue. Al finalizar la entrevista le expliqué que el procedimiento que seguía era exponer su caso a un equipo de trabajo que lo valoraría y que entre todos lo decidirían. Previendo que sería un caso denegado, dado que la situación se podía resolver con otras medidas sin recurrir al internamiento, le expliqué con detalle que su caso sería valorado junto con muchos otros más, y que como hay un cupo limitado, el equipo daba prioridad a las situaciones más apremiantes, y que en caso de que fuera denegado, se le iba a orientar sobre otros recursos disponibles.

Y ahí fue donde con mirada firme y como quien dicta una sentencia me dijo: "Mire muchacho, ojalá que la situación de mis chiquitos sea apremiante; es más, yo no sé ni qué es apremiante, pero ojalá que lo sea, porque si no los internan yo no sé qué va a pasar".

Nunca más volví a usar la palabra apremiante en mis entrevistas.