miércoles, 14 de octubre de 2009

TLC: Trabajo para los costarricenses



A dos años de haber simulado un referéndum en Costa Rica para ver si se aprobaba un “Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos”, cuya transparencia, legitimidad e imparcialidad mejor no recordemos en este momento; traigo a colación una semerenda noticia que recientemente leí.


Bajo el dogma de que la apertura comercial sin duda nos aporta más empleo, y que lo contrario nos deja sin brete a todos, quienes promovían este TLC impulsaron el lema “Yo Sí trabajo”, dando a entender que quienes votaban “Sí” le decían sí al empleo, y por ende, quienes votamos No, o éramos unos pargos o bien unos irresponsables, irracionales y dementes que no entendíamos lo obvio de este asunto tan sencillo, que el TLC es igual a “Trabajo para los Costarricenses”!!!!!


Y vean ustedes qué curioso. Resulta que la OIT junto con la OMC se pusieron a investigar y concluyeron que “La globalización no logró crear mejores condiciones de trabajo en el mundo en desarrollo” y que “el fuerte crecimiento de la economía global no ha llevado, hasta ahora, a la correspondiente mejora en las condiciones de trabajo y los estándares de vida de muchos".


Y eso no es todo, resulta que concluye el mero mero director general de la OMC, Pascal Lamy que "el comercio ha contribuido al crecimiento y al desarrollo mundial. Pero esto no se ha traducido en forma automática en una mejora en la calidad del empleo".


Ah caray!!! diría don Abel Pacheco, quien en aquel entonces se lavó las manos pasando el documentico del TLC a una “Junta de Notables” que notó que no se entendía mucho que digamos el librito ese.


¿Entonces como es la cosa? Ahora resulta que el libre comercio favorece el “crecimiento y desarrollo mundial” pero no el de la gente. Entonces ¿para qué me sirve?


Señores, señoras distinguidos y distinguidas ciudadanos y ciudadanas de este noble país, permítame informarle que si votó por el Sí lo agarraron de mono o de mona una vez más, tal como era de esperar. Y si votó por el No, en cuestión de dos años esto ha dado tanta vuelta tan rápido, que muy fácilmente hoy es posible verificar que el “libre comercio” (si es que existe), no se traduce en desarrollo para nuestros países ni para nuestra gente, tal como desde entonces lo veníamos diciendo.


Y hablando de ironías y vueltas de la vida, el mega mercado al que nuestros gobernantes le dijeron Sí, eclipsados por su poderío y riqueza, resulta que entró en una de las peores crisis de su historia y ya no es tan rico y tan robusto como se decía, y aunque se está recuperando, aún es incierta su estabilidad.


Y por último la segunda ironía. La noticia la leí en la versión digital del diario La Nación, el que defendió ciegamente la conveniencia de votar por el Sí porque sino nos comería el monstruo de la pobreza y la desolación.



martes, 13 de octubre de 2009

La misa

Tenía talvés cinco años y ese día en el kinder hicieron una misa. Ella nunca había visto ni participado de una celebración de estas. En la noche sus papás le preguntaron: ¿Cómo estuvo la misa?, y de inmediato dijo: "No me gustó". ¿Y eso, por qué?. No sé, dijo ella, es que llegó un hombre vestido de mujer; habló, habló y habló; después sacó una botella de Salsa Lizano y se tomó un trago; sonaron unas campanitas y levantó una galleta; y después le repartió galletas solo a los grandes.

viernes, 9 de octubre de 2009

Mercedes

...tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando...!

Nunca lo olvidaré. Fue un lunes 24 de julio de 1995 y con bombos y platillos se había anunciado el concierto de Merecedes Sosa en el Teatro Popular Melico Salazar en San José. Me puse de acuerdo con dos amigos para asistir, pero antes de nosotros habían llegado cientos de personas y nos quedamos fuera.

Comenzamos a conversar con el guarda de la entrada quien con disimulo nos decía que talvés nos podía ayudar, luego con otro de la boletería que nos dijo que fuéramos por la entrada lateral, pero ahí nos dijeron que fuéramos por la principal.

En eso me percato que frente a la entrada principal había dos jóvenes (un chico y una chica) que gritaban con pancartas. Decían cosas como que "Mercedes le canta al pueblo pero el pueblo no la escucha", "Queremos cultura para todos", "Dónde está lo popular del Teatro Melico Salazar", y así sucesivamente.

Conforme se disipaba mi esperanza de poder entrar al concierto y aceptaba con resignación que no se podría, más me llamaba la atención la valentía e insistencia de estos dos jóvenes, y le dije a mis amigos: "Si no entramos, yo me uno a estos dos a gritar".

Insistimos, negociamos, hablamos, rogamos, presionamos, argumentamos, pero no se pudo entrar; y como si hubiera sido una apuesta, de inmediato me puse a las órdenes de los dos insistentes cuyo volumen y contundencia no mermaban.

De inmediato me explicaron que reclamaban por el acceso a las expresiones culturales, que no podía ser posible que solo las élites pudieran disfrutar de una cantante como Mercedes Sosa quien paradógicamente se inspira en el pueblo para cantar. Me invitaron a unirme y me dieron unos pliegos de papel que por un lado eran afiches rojos de una huelga de educadores que había sucedido durante el día, pero por el otro estaban en blanco. Me prestaron un marcador y escribí mi lema y de inmediano me uní al dúo y formamos un trío.

Mis dos amigos se quedaron con duda pero minutos después hicieron su cartel y armamos ya un quinteto. Ya cinco gritando se escuchaban. Tiempo después se nos unió otra y otro y otra y no sé en qué momento fuimos como 10. En eso se abrieron las puertas del teatro y salía la gente en tropeles y nosotros con más ganas gritábamos, convencidísimos de nuestra justa causa.

Yo creí que era el receso, pero no, se trataba del final del concierto que había durado poco menos de una hora. Mucha gente salió molesta e indignada por lo corto del concierto y varios más se nos unieron a la gritería. Ya siendo más de 20 asustábamos, y alguien nos dijo que en el cuarto piso estaría la cantante en una recepción con personeros del Ministerio de Cultura y que si gritábamos por un costado del edificio sin duda nos escucharían.

Nos trasladamos a un costado del edificio, sobre la calle 0 y le pusimos a gritar con ganas. Seríamos talvez como 30 gritanto. Y gritamos y gritamos y gritamos, cegados quizá por la insistencia o la necedad, o movidos por la convicción, o como digo yo, ejerciendo al menos el derecho al berreo; cuando de pronto se abrieron unas puertas en un balcón y se asomó un señor mayor pidiendo calma. Creo que era el actor Alfredo Catania o no sé si más bien Marcelo Gaette, pero era un actor de esos, de los grandes, y nos dijo con su acento suramericano que estuviéramos tranquilos, que estaban haciendo las gestiones para un concierto gratuito, al aire libre en el CENAC el día sábado, pero que eso no es fácil de resolver, que tuviéramos paciencia.

Y aplaudimos y gritamos como locos y nos abrazábamos entre desconocidos como si fuéramos presos que recibíamos la noticia de nuestra liberación, y seguimos gritanto, no recuerdo qué, pero seguimos gritando, hasta que por fin se asomó La Negra, la mera mera Merecedes Sosa en persona y nosotros no cabíamos de la alegría. Fue ella quien directamente nos convocó para el sábado 29 de julio en el CENAC a un concierto gratuito.

Recuerdo que no lo podíamos creer. Ese día más que nunca quedé convencido de que hay que berrear berrear y berrear, que vale la pena hacerlo. Que así como esos dos jóvenes empezaron solitos y con insistencia, así hay que luchar por todo aunque seamos pocos.

Y siguió la semana y me dediqué a invitar al concierto a cuanta persona que me encontré. A la verdad yo había sido precursor de tremenda hazaña, y al igual que yo, todos los demás que gritaron ese día sin duda hicieron lo mismo, pues cuando por fin llegó el esperado sábado 29 de julio éramos cientos los que nos agolpábamos en la entrada del CENAC del lado del Parque España.

Para nuestra decepción nos enteramos que habían repartido 150 entradas y que el concierto sería con cupo limitado. No sé cómo, una amiga me consiguió una de las escasas entradas, pero la molestia comenzó a crecer entre la muchedumbre, pues alguien por megáfono informó que lo que sería un concierto abierto se había convertido en un espectáculo solo para 150 personas, y que personeros del Ministerio de Cultura habían repartido las primeras entradas entre sus allegados quedando las menos para ese sábado.

Y los ánimos comenzaron a encenderse a la vez que por momentos entonábamos canciones emblemáticas de la cantante, y el lema fue uno: "Concierto para todos al aire libre o sino concierto para nadie".

Luego dijeron por el megáfono que por la otra entrada estaban ingresando personas allegadas al Ministerio de Cultura sin haber hecho la fila que la muchedumbre desde temprano había comenzado. Entonces alguien tomó el megáfono y rompió su entrada como símbolo de apoyo a esta lucha por un libre acceso a la cultura. Luego otro hizo lo suyo quemando la entrada y motivando a todos los que la tenían a que lo hicieran en señal de protesta, y así uno a uno la iban rompiendo a la vez que daban palabras por el megáfono.

Por supuesto que yo hice mi parte y rompí mi entrada al calor de unas enardecidas palabras en contra de las élites que ponían barreras al libre disfrute de la cultura. Y las horas pasaron y los ánimos se caldeaban y por momentos la muchedumbre empujaba los portones a la vez que gritaba sus consignas. Tanto fue así que llegó la policía, y no cualquier policía sino la antimotines con sus cascos y sus escudos, y ahí si comencé a asustarme.

Quien hablaba por el megáfono muy sabiamente hizo un llamado a la calma y dijo que nuestra lucha no era contra los policías, que ellos eran trabajadores que cumplían su deber, que nos sentáramos al suelo y no diéramos pie a la violencia. Y así lo hicimos y nos sentamos y otro por ahí con su guitarra guiaba a los cientos de la muchedumbre a entonar las canciones de La Meche que con tantas ansias queríamos escuchar.

Y siguió pasando el tiempo mientras algunos negociaban desde fuera de los portones, otros gestionaban desde dentro y los más seguíamos sentados en el suelo, en mera vía pública, custiodados por los escudos de los antimotines.

Hasta que por fin anunciaron que el concierto sería al aire libre para todos y todas!!!! Nuevamente no cabíamos de la alegría y brincábamos y nos abrazábamos entre desconocidos, y minutos después se abrieron los portones y despacio y con calma entramos todos al patio central del CENAC y éramos suficientes como para abarrotarlo. Ya era más de las 4 de la tarde y el cielo estaba azul y corría una brisa fresca muy propia de esa zona de la ciudad.

Y apareció ella, la mera mera Mercedes Sosa en vivo!!!!!!!!!!!!! con su corpulenta presencia y su voz de trueno y su tambor al lado, y gritamos y gritamos y gritamos de alegría, de júbilo, de satisfacción, de incredulidad. Y tomó Mercedes Sosa el micrófono y nunca olvidaré sus palabras:

"Que bueno saber que todavía hay estudiantes que luchan por lo que quieren. Yo espero que cuando ya no sean estudiantes y trabajen como profesionales, sigan luchando por los más débiles, por los pobres y por los que no tienen. Que así como luchan por un concierto gratuito, luchen por servicios gratuitos para los que no tienen, que brinden servicios gratuitos para la gente del pueblo que no puede pagar por ellos..."

Y aplaudimos y gritamos y chiflamos y cantamos y cantamos y cantamos... "al sol como la cigarra, después de un año bajo la tierra, igual que sobreviviente, que vuelve de la guerra..."

Al día siguiente para mi sorpresa, la portada del diario La Nación informaba sobre lo sucedido y colocaba la foto que encabeza este relato. Al pie de la foto decía: "Mercedes y su gente. Inicialmente estaba previsto para realizarse ayer en el auditorio del Centro Nacional de la Cultura (CENAC) -antigua Fábrica Nacional de Licores-, y solo 150 personas podían asistir a un concierto gratuito de Mercedes Sosa. Empero, llegaron más de 3.000, quienes permanecieron varias horas de pie y presionaron para lograr el acceso. Y se salieron con la suya. La cantante argentina decidió hacer la presentación en la explanada del CENAC para que todos sus admiradores pudieran escucharla."

Y una vez más y desde entonces reafirmé lo que hasta el día de hoy sostengo: Que vale la pena luchar, que hay que luchar, gritar, berrear, resistir, dar la cara, elevar la voz; así sean solo dos gatos que gritan en una acera en la ciudad, si uno cree en lo que lucha, hay que hacerlo. De dos que empezaron en la puerta del Teatro Melico Salazar, terminamos siendo más de 3000 en la entrada del CENAC en cuestión de una semana.

Y con los años, muchas de esas caras que nos vimos ese día nos volvimos a encontrar en las marchas contra el combo del ICE, en las marchas contra el TLC, en las marchas contra el nombramiento de un presidente ilegítimo que forzó a la Sala IV para que aprobara la re elección y en las marchas de las marchas de las marchas...

Hoy leo que en horas de la mañana murió Mercedes Sosa a sus 75 años de edad, luego de estar delicada de salud durante varios días . Se nos fue La Meche, La Negra; se nos fue en cuerpo solamente porque ahora seguirá más presente que nunca.

Gracias Mercedes por inspirarnos tanto y a tantos!!!!!

jueves, 1 de octubre de 2009

La paz de la ignorancia


Porque no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,

ni mayor pesadumbre que la vida consciente.”

Rubén Darío


Luego de muchos años de preocuparme por estar debidamente informado, querer saberlo todo, intentar entenderlo todo o al menos estar tranquilo porque todo ha de tener alguna explicación; estoy llegando a la conclusión de que en muchas ocasiones es mejor no saber nada.


Empecé prescindiendo de los noticieros de televisión, si es que se pueden llamar noticieros, pues son una compilación de perversos sucesos sangrientísimos. Me niego a aceptar que la vida es eso, que lo que sucede todos los días son solo asaltos, asesinatos, secuestros, desaparecidos y demás. Yo sé que eso sucede y mucho, pero qué gano con saberlo?? Ansiedad, estrés, miedo. En cambio, qué gano con no saberlo?? La paz de la ignorancia quizás, pero un pedazo de paz no le hace mal a nadie.


Y así resulta que para el 2009 se presagió lo peor de lo peor de la crisis económica, la angustia y estrangulamiento de nuestro sistema productivo, y aunque eso quizás me afectaría un poco, no dejaba de agradarme y hasta disfrutaba con sarcasmo ver a “los grandes” asustados. Esos que basan su confianza en el dinero que acumulan (y que saquean a los demás), preocupadísimos por todo lo que perderíamos (perderían ellos quizás), haciendo un llamado a la austeridad y la sensatez financiera.


¿Y los de abajo? ¿Aquellos para quienes la vida diaria siempre ha sido una crisis??? ¿Se habrán enterado ellos de la presunta crisis? Sabrá el señor que vende frutas picadas en la entrada del Parque Nacional Cahuita, que el volumen del turismo extranjero en la zona se contrajo hasta en un 40% respecto del año anterior??? Yo lo veo siempre jugando dominó con el vendedor de bisuterías que se coloca al frente de él. Lo veo siempre en el “súper” comprando “el pan de cada día” junto a “la botella de cada día” que lo conserva en un estado anímico inquebrantable. Sabrá él de las amenazas del cambio climático y que este afectará en el mediano plazo a los corales del Parque Nacional, uno de los más bellos del mundo?? No creo, yo lo veo muy tranquilo picando y vendiendo frutas todos los días, jugando dominó en los tiempos libres y con mucha paz.


El otro día un amigo me decía: “mirá, ni te cuento el rollo en que está metida esta amiga porque es muy complicado”, y de inmediato le dije, “si por favor no me contés, prefiero la paz de la ignorancia”.


Ostracismo, ermitañismo, ascetismo, el toque de la tortuga que ante la amenaza se esconde en su caparazón, aislamiento o autismo social. Llámenle como quieran, pero al menos por ahora, en tanto el sol salga mañana y pueda ir a ver el mar por unos minutos cada día, con eso me basta!! Y que les quede claro, no quiero saber nada más.