lunes, 23 de junio de 2008

El aporte “invisible”


Primero fueron los ambientalistas quienes alertaron que si no cambiamos de rumbo vamos hacia el despeñadero. Luego los congestionamientos viales ya de nivel caótico en nuestras ciudades son más que elocuentes. Más recientemente el descabellado incremento en el precio del petróleo nos está poniendo un ultimátum: O encontramos otras formas de transportarnos o nos sumimos en un caos sin solución.

Frente a este desafío muchas ciudades han dado avances increíbles y han logrado demostrar que el transporte público eficiente y el uso de medios alternativos son una solución viable, al punto tal que logran desestimular el uso del automóvil, y en esto ganan todos: el ambiente, la ciudad, “el bolsillo y hasta la salud.

Pero en estos lares de tiquicia donde las soluciones parecieran caminar en carreta todavía, parece ser que nos falta muchísimo para tener algunos logros en estas materias de reducción en el consumo de combustibles y de la contaminación.

Con bombos y platillos aparecen nuestros gobernantes instaurando medidas más drásticas, y por fin le dan pelota a nuestro maltrecho tren que en tres años ha multiplicado con creces el número de usuarios. Por fin dicen con total elocuencia que “necesitamos desestimular el uso del automóvil” y que se requiere hacer más eficiente el transporte público. Por fin les dio “el coco” y montaron las “interlíneas”, rutas de autobús bien pensadas que nos evitan pasar por el centro, aunque muy tristemente hasta hoy no entran en operación por increíbles trabas legales.

Una ciudad tan sencilla y postergada como Managua en nuestro vecino país del norte, a la que de paso miramos por debajo del hombro, cuenta desde hace muchos años con un amplísimo sistema de rutas urbanas, de modo que para cruzar de un punto a otro de la ciudad se cuenta con múltiples opciones.

Pero no quiero centrarme en “lo malo” ni en todo lo que nos falta. Quiero destacar que en este país desde hace muchos años existe un buen número de gentes que sin que se los digan y tal vez hasta sin saberlo, vienen dando un aporte valiosísimo en esto del transporte alternativo no contaminante. Me refiero a los cientos de personas que usan la bicicleta como medio de transporte, y que desde su sencillez y humildad nos podrían estar dando una importante lección de un estilo de vida un poco más congruente, pues están contribuyendo a la reducción de la contaminación, la reducción del consumo de los combustibles y la reducción del congestionamiento vial, por no mencionar también otros beneficios personales y sociales como el ahorro y la salud.

Solo para "ponerles rostro", procedo a mencionar algunos ejemplos que he visto:

  • Cuidacarros, más conocidos como "wachimanes".
  • Guardas y oficiales de seguridad que cuidan en los lugares de trabajo y en los barrios.
  • Trabajadores de la construcción (peones).
  • Trabajadores de servicios (meseros de sodas y restaurantes, lava carros, limpia vidrios, misceláneos, etc)
  • Trabajadores de las plantaciones agrícolas (bananeras, piñeras, helecheras, etc)
  • Trabajadores de las industrias manufactureras, textileras, alimentarias y otras. Como ejemplo cito la planta de la empresa Sardimar en Puntarenas, en donde es simplemente impresionante ver el gigantesco parqueo de cientos de bicicletas de sus empleados.
  • Estudiantes de primaria y secundaria que asisten a sus clases en bicicleta tanto en el Valle Central como fuera de éste.
  • Madres de familia de muchas zonas rurales que hacen sus mandados en bicicleta e incluso trasladan a sus niños en este medio.
  • Estudiantes universitarios, que ya sea por comodidad, ahorro o por convicción ambientalista, deciden transportarse en bicicleta.
  • Cientos y mejor dicho miles de personas de todos los pueblos costeros de nuestro país, y de la mayoría de pueblos rurales y semi urbanos en las zonas de llanura (Pacífico, Caribe, Zona Norte y Zona Sur), que indistintamente de su edad, sexo o condición física, se desplazan en bicicleta.
  • Cleteros y cleteras recreativos que los fines de semana o días libres armamos "rides" a diferentes destinos.

Si sumamos el aporte de cada una de estas miles de personas nos podríamos preguntar cosas como: ¿Cuántos barriles de petróleo estarán ahorrando al país?, ¿cuántas emisiones de CO 2 estarán evitando lanzar al ambiente?, ¿cuántos miles de colones de ahorro estarán generando y de paso aportando al consumo de otros bienes menos dañinos que los combustibles?, ¿cuántos males o enfermedades físicas estarán previniendo?, y de paso entonces, ¿cuánto ahorro estarán aportando al sistema de salud costarricense?...

Dejo el desafío de responder estas preguntas a quienes gustan de los cálculos y los numeritos, pero para todos y todas lanzo la reflexión sobre la importancia de hacer visible este valiosísimo aporte.

Lamentablemente, cuando ponemos sobre el “tapete” este positivo hecho, nos percatamos de que como sociedad y como país le pagamos a esta gente con irrespeto y riesgo en nuestras vías públicas. Cada día son más las personas usuarias de bicicleta accidentadas y fallecidas en nuestras calles; en el mayor de los casos, debido al irrespeto e inconsciencia de los conductores. Como país, como sociedad y como ciudad les estamos pagando mal, no los estimulamos ni les damos un mejor lugar de respeto e igualdad en el uso de las vías públicas.

Si usted es conductor, deje de pensar que las personas en bicicleta son un estorbo en la vía y recuerde más bien que son un modelo a seguir. Si usted es cletero siéntase muy orgulloso de serlo, maneje con responsabilidad y precaución, y tenga presente que está aportando muchísimo al país, al ambiente, a su bolsillo y a su salud. Además recuerde que no está solo y que somos miles, y que si nos unimos podemos dar luchas conjuntas por alcanzar mejores condiciones para hacer uso de nuestras calles.